Hace mucho tiempo, allá en el tiempo sin tiempo y en un lugar fuera de lugar, en el inicio de todas las cosas, en la Ciudad más maravillosa y radiante que jamás se haya conocido, todos los Seres de Luz se reunieron en la Plaza principal convocados por Dios a una gran Asamblea.
En el centro, se encontraba un gran Trono, todo de cristal con incrustaciones de las piedras preciosas más maravillosas que jamás se hayan visto, brillaba con luz propia y emitía una dulce melodía que sólo se podía percibir con los oídos del corazón abierto. Así, de entre la multitud empezaron a sonar los Clarines, todos guardaron un respetuoso silencio, se anunciaba la entrada de Dios.
Con paso ágil, amistoso, con una gran sonrisa como la que usa el que sabe que se hará un gran anuncio, Dios apareció por el costado Este de la Plaza. Saludaba a todos a su paso, hacía comentarios amorosos a todos los que veía. Llegó a su trono y al sentarse el cristal cobró vida, aquél que era transparente ahora brillaba en varios colores, las gemas parecían palpitar y su melodía fue todavía más dulce.
Aclarándose la garganta Dios dijo:
-- Amados todos, mis hermosísimos, hoy quiero anunciarles la creación y nacimiento de los Arcángeles, Seres Celestiales por excelencia, Generales todos de mis Ejércitos. Los presentaré aquí y les daré sus encomiendas para que las realicen y las hagan palpables en todos los confines de la Creación.
Todos los ahí congregados exclamaron de asombro y beneplácito. Serían testigos de una gran obra, de un gran momento y de los grandes guardianes de los Guerreros de la Luz, que por esos tiempos ya eran llamados hombres.
Dios dijo:
-- Llamemos al primer Rayo de la Creación, el Rayo Azul, su representante se llama Miguel y su nombre significa “El Ángel del Sol, Así como Dios”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en azul con oro, su pectoral lleno de Zafiros, en la mano derecha una Espada y en la Izquierda una Balanza, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Miguel, llevarás a todos los confines de la creación la protección divina, encarnarás el poder, la conciencia Divina de la Fe, portarás las Ideas Divinas como baluarte y harás patente la iniciativa y la perfección de la voluntad de Dios. Para que todos sepan que estás presente se pintarán los cielos, los mares, las flores de azul y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de azul recordándonos la presencia continua de Miguel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Dios dijo:
-- Llamemos al segundo Rayo de la Creación, el Rayo Amarillo, su representante se llama Jofiel y su nombre significa “Vigilante de Dios, Belleza de Dios”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en amarillo oro, su pectoral lleno de Ámbar, traía con él una espada, un libro y un pergamino, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Jofiel, llevarás a todos los confines de la creación la Inteligencia Divina, encarnarás la Sabiduría, la fuerza mental, la intuición y la percepción y la iluminación serán tus baluartes. Para que todos sepan que estás presente se pintará el Sol, las flores, las aves de amarillo y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de amarillo oro recordándonos la presencia continua de Jofiel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Dios dijo:
-- Llamemos al tercer Rayo de la Creación, el Rayo Rosa, su representante se llama Chamuel y su nombre significa “El que Busca a Dios, Donde está el Nombre de Dios, el que ve a Dios”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en rosa, su pectoral lleno de Rubíes, traía con él un corazón, un arco y una flecha y un pequeño Querubín llamado Cupido, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Chamuel, llevarás a todos los confines de la creación la gratitud, encarnarás el Amor Divino, la tolerancia, la opulencia y la Unión Divina será tu baluarte. Para que todos sepan que estás presente se pintarán los amaneceres, las flores, los cuarzos de rosa y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de rosa recordándonos la presencia continua de Chamuel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Dios dijo:
-- Llamemos al cuarto Rayo de la Creación, el Rayo blanco, su representante se llama Gabriel y su nombre significa “La Fuerza de Dios, El Ángel de la Luna, Dios es mi Fortaleza”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en blanco, su pectoral lleno de Perlas, traía con él un ramo de flores blancas, un cetro, un pergamino y una trompeta, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Gabriel, llevarás a todos los confines de la creación la pureza y encarnarás la ascensión, la resurrección, la creatividad y el desarrollo artístico. Para que todos sepan que estás presente se pintarán las flores, las aves, las nubes, las piedras preciosas de blanco y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de blanco recordándonos la presencia continua de Gabriel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Conforme estos majestuosos guerreros desfilaban en la presencia de Dios con sus Ejércitos, todos los ahí congregados se iban asombrando cada vez más, los comentarios de la perfección de la obra eran inevitables y la certeza de la ayuda que proporcionarían iba en aumento.
Dios dijo:
-- Llamemos al quinto Rayo de la Creación, el Rayo verde, su representante se llama Rafael y su nombre significa “Curación de Dios, Dios Curador”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en verde, su pectoral lleno de Aguamarinas, traía con él un pescado, un perro, un bastón, una vara, un caduceo y plantas, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Rafael, llevarás a todos los confines de la creación la Curación Divina y encarnarás la sanación, el desarrollo científico, la verdad, la paz, la reverencia, la adoración a Dios y la consagración y la concentración serán tus baluartes. Para que todos sepan que estás presente se pintarán las plantas, los bosques, las piedras preciosas de verde y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de verde recordándonos la presencia continua de Rafael y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Dios dijo:
-- Llamemos al sexto Rayo de la Creación, el Rayo naranja, su representante se llama Uriel y su nombre significa “Luz de Dios, Fuego de Dios”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en naranja, su pectoral lleno de Corales, traía con él la Llama en la palma de su mano, un libro, un pergamino, una lanza, una espada, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Uriel, llevarás a todos los confines de la creación la Providencia Divina y encarnarás la adoración, la paz, la serenidad, la paciencia y la devoción será tu baluarte. Para que todos sepan que estás presente se pintarán las flores, las aves, las piedras preciosas de naranja y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de naranja recordándonos la presencia continua de Uriel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Dios dijo:
-- Llamemos al séptimo Rayo de la Creación, el Rayo violeta, su representante se llama Zadquiel y su nombre significa “Justicia de Dios”. Acércate a mí y recibe tu encomienda.
Del fondo de la Plaza apareció un majestuoso guerrero, vestido en violeta, su pectoral lleno de Amatistas, traía con él una Cruz, un copón, un cáliz, incienso, velas, una Custodia y la Eucaristía, los ojos azules como el cielo del medio día y sus cabellos dorados como el Sol.
Y Dios le dijo:
-- Tú, mi amado Zadquiel, llevarás a todos los confines de la creación el Servicio Ordenado y encarnarás los Sacramentos, la cultura, la diplomacia, las invocaciones, las oraciones, la misericordia divina, el perdón, la compasión, la libertad, la comprensión, la alquimia, la liberación y la transmutación será tu baluarte. Para que todos sepan que estás presente se pintarán las flores, los atardeceres, las piedras preciosas de violeta y al arcoíris se le dará una franja en tu honor. Ve y difunde mi mensaje.
Y así fue. Hoy, nos podemos ver rodeados de estos hermosísimos tonos de violeta recordándonos la presencia continua de Zadquiel y sus Ejércitos, cumpliendo la encomienda de Dios.
Todos en la Plaza estaban felices, no dejaban de aplaudir, de hacer exclamaciones de júbilo, habían visto a 7 formidables guerreros y grandes ejércitos desfilar ante ellos. Un guerrero para cada día de la semana, para cada nota musical, para cada franja del arcoíris, no podían imaginar nada más majestuoso ni más impactante.
Y cuando pensaban que ya todo había terminado y sin dejar de hacer comentarios de lo que allí había acontecido, los Clarines volvieron a sonar, llenos de asombro todos callaron. ¿Qué podían anunciar si Dios seguía sentado en su Trono? Desorientados volteaban a todos lados, llenos de expectación conservaron sus lugares y fue entonces cuando Dios se levantó y dijo:
-- Ahora, mis muy amados, mis hermosísimos, les quiero presentar a la piedra angular, al Prisma, al forjador de Conciencias, al constructor del camino hacia mí, a mi creación más perfecta y hermosa. Reciban a mi más amado, a Luzbel, “La Luz Divina”.
El ambiente todo se llenó de asombro, de curiosidad, volteaban a todos lados y nadie aparecía.
Dios se empezó a impacientar y dijo:
-- Luzbel, ¿no me has oído? Ven aquí y deja que todos te conozcan. Ven y recibe tu encomienda, tú, el más grande de mis generales.
Desde el fondo de la Plaza se oyó una voz fuerte como el trueno que dijo:
-- No Señor, no me presentaré ante todos para que se burlen de mí, no harán escarnio de la gran diferencia que hiciste entre mis siete hermanos y yo.
Y Dios le dijo:
-- ¿Qué escarnio podrían hacer ante la más perfecta de mis creaciones? Dices bien, hay una gran diferencia entre tus siete hermanos y tú. A ti te hice mucho más hermoso, más poderoso y tan perfecto que compartí contigo el poder de creación. Ven ante mí y recibe tu encomienda, deja que todos se maravillen ante tu belleza.
Del fondo de la Plaza apareció el más maravilloso guerrero que jamás se haya visto. Grande como la entrada al Cielo, sus espaldas tan anchas como el horizonte, las piernas fuertes y firmes como dos columnas de ébano, sus dientes blancos como la espuma del mar, labios rojos como la sangre, sus ojos negros y profundos como la noche y sus cabellos obscuros y abundantes como las corrientes submarinas. Su voz era fuerte y profunda. Su pectoral estaba lleno de diamantes y traía consigo un cuarzo transparente.
Y este hermosísimo guerrero dijo:
-- Aquí estoy ante ti, Señor, convencido de que no me quieres, sólo me presento en un acto de lealtad a ti, no por convicción. Mira qué diferente soy a todos los demás, ¿cómo puedes decir que soy tu mejor creación? Todos me temen.
Dios respondió:
-- ¿Qué no te das cuenta que porque te amo te hice diferente? Eres hermosísimo, tu belleza y fortaleza no tienen par. Date cuenta, no te temen, lo que ves, es asombro ante ti.
Luzbel, lleno de incomodidad, dijo:
-- Dame mi encomienda y permite que me marche.
Dios le dijo:
-- Mucha prisa tienes en comenzar. Pues bien, tu encomienda es la más difícil de todas, si tú no cumples, tus hermanos no tendrán razón de ser.
Los murmullos de asombro se elevaron en todos los rincones de la Plaza, ¿qué podría ser tan importante? Todos susurraban, se movían, la curiosidad invadió a los habitantes de aquella Ciudad Primigenia.
Y Dios continuó:
-- Tú, el más hermoso de todos, el más perfecto, te encargarás de forjar la Conciencia de los hombres. Idearás e impondrás pruebas para que ellos las superen. Harás que sus almas se pulan y se fortalezcan como prismas, para que así, yo pueda hacer pasar mi Luz Divina a través de ellos y se puedan abrir los siete colores de tus hermanos. Si ésto no sucede mis encomiendas serán inútiles y no habrá evolución ni crecimiento en la creación.
Los murmullos de los allí congregados subieron de tono. Qué trabajo más difícil estaba encomendando Dios a aquél hermosísimo guerrero, nadie envidiaba su posición, tendría que tener un gran carácter forjado a fuego para poder cumplir.
Luzbel contestó:
-- Sea pues como tú quieres, Señor, lo único que te pido es que me permitas actuar desde las sombras, no me obligues a exponerme al rechazo y burla de los hombres.
Dios, lleno de Amor por esta creación maravillosa, le contestó:
-- Sea como tú quieres, puedes, si quieres, trabajar desde lo más profundo del inconsciente del hombre, pero he de advertirte que si así lo haces generarás un gran miedo hacia ti y se juzgará equivocadamente mi encomienda.
Luzbel aceptó que así fuera y entonces Dios dijo:
-- Para que se recuerde tu presencia y tu enorme servicio estarás presente entre las sombras, en la noche, en las profundidades de la Creación y de los mares, serás el único capaz de abrir caminos de Luz hacia mí forjando estos prismas en el interior de todos los hombres. Se te verá en sueños y podrás crear toda tentación que creas necesaria para lograr tu cometido. Cuando los prismas estén hechos podrán ver que todo siempre fue para bien aunque no lo entendieran antes y, entonces, reconocerán tu belleza.
Y así fue…..