Que los
pies te lleven por el camino hacia el encuentro de quien eres, porque la
felicidad, es eso, descubrirte detrás de ti, sabiendo que el verdadero disfrute
está en transitar ese camino.
Que los ojos reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene, aunque se detenga, seguirá siendo un colibrí, y es importante que lo sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que lo nombra.
Que las manos se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean.
Que el oído sea tan fiel a la hora de escuchar el pedido, como a la hora de escuchar el halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia y sepas escucharte y escuchar
Que las rodillas te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo del descanso.
Que la espalda sea tu mejor soporte y no lleves en ella la carga más pesada.
Que la boca refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma
Que los dientes sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros.
Que los ojos reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene, aunque se detenga, seguirá siendo un colibrí, y es importante que lo sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que lo nombra.
Que las manos se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean.
Que el oído sea tan fiel a la hora de escuchar el pedido, como a la hora de escuchar el halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia y sepas escucharte y escuchar
Que las rodillas te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo del descanso.
Que la espalda sea tu mejor soporte y no lleves en ella la carga más pesada.
Que la boca refleje la sonrisa que hay adentro, para que sea una ventana del alma
Que los dientes sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros.
Que la
lengua exprese de modo tal las palabras que puedas ser fiel a tu corazón
en ellas, conservando el respeto y la dulzura.
Que la
piel te sirva de puente y no de valla.
Que el
pelo le dé abrigo a tus ideas, que siempre adornan más que un buen
peinado.
Que los
brazos sean la cuna de los abrazos y no lazos inmovilizantes para nadie.