El cerebro humano contiene unas cien mil millones de células llamadas neuronas y están reunidas en redes que dan lugar a diversos procesos cognoscitivos, como la memoria, la inteligencia, la emoción y la personalidad. A través de los sentidos recibimos información visual, táctil, auditiva, olfativa y gustativa que llega a regiones específicas de la corteza cerebral. En cada uno de los casos la memoria permite el registro de lo que el sujeto recibe, el almacenamiento o conservación de esta información y la evocación o recuperación de la huella de memoria.
Formación de una Memoria.
El cerebro humano puede mantener billones de impresiones, algunas son momentáneas y otras duran toda la vida. A estas impresiones las llamamos memorias. Vivimos rodeados continuamente de sonidos y estímulos visuales, pero la mayor parte de éstos los desechamos inmediatamente. Cuando le prestamos atención a una percepción sensorial, ésta entra en una segunda etapa conocida como memoria a corto plazo. Cada fragmento de información que es percibida se envía a un almacenaje específico de nuestra biblioteca interna. Durante la noche, cuando el cuerpo descansa, estos fragmentos son recuperados del almacén, reagrupados y repasados. Cada repasada provoca que se delineen más profundamente en la estructura neuronal, hasta que llega un momento en que las memorias y la persona que las mantiene se vuelven uo mismo.
¿En Dónde Está la Memoria?
La memoria no reside en una parte concreta del cerebro, sino que resulta de un esfuerzo creativo en conjunto realizado por neuronas versátiles que funcionan en equipos, comunicándose mediante sinapsis y sustancias neurotransmisoras.
La mayor parte de las memorias consiste en un grupo de elementos dispersos que se sincronizan. Lo que aparentemente es una memoria simple en realidad es una construcción muy compleja. Si se piensa por ejemplo en “un perro”, se recuerda la forma, el nombre, su apariencia, su olor y el sonido de su voz.
Desde el punto de vista de procesamiento, cada pieza de información se extrae de diferentes partes del cerebro. Cuando fallamos en conectar el nombre de una persona con su cara, es cuando experimentamos el desequilibrio o el rompimiento del proceso de este ensamblaje automático. Muchos de nosotros lo empezamos a experimentar a los 20 años de edad, pero nos atormenta más cuando llegamos a los 50.
La consolidación de la memoria depende del hipocampo, una estructura que está por debajo de los lóbulos temporales. Durante este tiempo, el hipocampo mantiene y registra la memoria, está conectado con diferentes partes de la corteza y se mantiene activado. Los episodios destinados a la memoria a largo plazo se envían al hipocampo de la corteza, donde son registrados como patrones neuronales. Debido a que el hipocampo está conectado en formas diferentes con áreas corticales es capaz de hacer una representación global de un suceso.
El traer un dato antiguo a la mente, activa las áreas temporales y frontales. El temporal guarda hechos y lenguaje, mientras que las regiones frontales llevan a las memorias a la conciencia.
Los episodios que van a quedar almacenados en la memoria a largo plazo no se almacenan directamente. El proceso de almacenarlos toma tiempo, si es en forma permanente puede ser de dos años, hasta entonces son frágiles y pueden ser fácilmente borrados.
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