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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Mi casa es del tamaño de mis complejos Por José Manuel Ruiz Regil


Mi casa es del tamaño de mis complejos. Tiene espacios amplios donde suelto mis malos pensamientos, techos altos donde flotan mis miedos y mis fantasías más nebulosas. Un largo pasillo por donde puedo ver correr mis expectativas y dos habitaciones grandes para encerrar lo que no quiero ver de mí en la rutina de los otros. Y por si fuera poco cuenta con dos cuartos de servicio que tengo vacíos por si un día todo esto me resulta insuficiente y tengo que salir huyendo de mí mismo y esconderme de mi mal carácter. 
Mi casa es la reproducción exacta de mi mente. Donde no hay confusión, hay duda. Las certezas están reservadas para las esquinas. Ningún espacio está completamente definido. El lugar que ocupa hoy la cocina mañana lo ocupará un sofá. El escritorio es buró y comedor cuando no lo uso de cama. Los trastes andan regados entre los estantes. Lo bueno es que no acostumbro dejar comida ni galletas escondidas en las alacenas. A veces algún apunte o libro que se cuela entre las ollas.


En el baño  se han acumulado una gran variedad de periódicos viejos. Les sienta bien el retrete al tono escatológico de su contenido. En mi casa las ventanas se abren para adentro, porque todo lo que pasa afuera tiene allí acomodo. La vista es interior, y la ventilación un enorme bostezo de polvo que a todo le da una cualidad insustancial, menos al tiempo.
 
Mi casa es un lugar que habita la vida mientras yo transcurro por las cosas.

La escritura es el estanque donde se refleja el dolor y el amor que llevamos dentro.
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