No es hora de comer, de hecho aún
faltan más de tres horas, pero lo único en lo que puedes pensar es en la
próxima vez que te llevarás algo a la boca y lo que será. ¿Por qué te sucede
eso? La razón es sencilla, resulta que nuestro cerebro y cuerpo están conspirando
constantemente para hacernos creer que es la hora de comer, cuando en realidad
no lo es. Estas son algunas razones por las que sufres el engaño del hambre
atroz.
Anoche no dormiste lo suficiente, ayer
comiste demasiado, estás en tu periodo premenstrual, podrías haber desayunado
mejor, tomas medicamentos, tomas bebidas bajas en azúcar, estás sediento, estás
aburrido, estás estresado. Todos estos
factores son disparadores para hacernos creer que tenemos hambre, nuestro
cuerpo pide carbohidratos para compensar la falta de energía, el agotamiento,
el proceso químico de los medicamentos, las grasas benéficas que no hemos
ingerido, producir más adrenalina, en fin, que te pide que comas para cubrir
sus procesos biológicos básicos de sobrevivencia cuando no tiene peligros
inminentes en frente. Cualquiera de
estos motivos los hemos provocado nosotros mismos y nuestro cuerpo solamente
reacciona ante ellos.
A todo lo anterior podemos agregar la
parte emocional que es la que tiene la mayor incidencia en las causas de la
ansiedad y de la alimentación excesiva que ha definido a nuestra sociedad en
los últimos 50 años.
Una forma de vida sedentaria y malos
hábitos alimenticios no es la única causa de que exista el sobrepeso. Existen
casos en los que el ejercicio y la insistencia en una dieta baja en grasas no
es suficiente para conseguirlo; la ansiedad por la comida, comer en busca de consuelo
emocional, los antojos por los dulces, e incluso los atracones ocasionales son
causas muy frecuentes del aumento de peso. La comida, en muchos casos es el “gran
refugio emocional” que lejos de hacernos sentir mejor nos va hundiendo más y
más en la desesperación y la culpa convirtiéndose en un patrón de vida muy
nocivo.
Si alguna vez has empezado a comer
galletas y cuando te has dado cuenta te has comido casi toda la caja, lo más
probable es que lo que necesitabas era una gratificación momentánea o un
paliativo a alguna situación que para ti implique cargas excesivas de estrés,
más que saciar tu hambre.
La razón por la que no podemos parar de comer es que los alimentos dulces resultan muy satisfactorios no sólo por el sabor, sino porque los carbohidratos (dulces, pan, pasta, helados, galletas, chocolates, refrescos, alcohol...) tienen un efecto calmante natural. Nuestro subconsciente busca en la comida una manera temporal de levantar su estado de ánimo.
Este momento es casi fugaz, la ansiedad
se calma durante tan sólo 20 minutos y, generalmente, vuelve con más fuerza y
en ocasiones hasta con desesperación.
Si nos dejamos llevar por nuestro estado de ánimo y cada vez que nos sentimos estresados alargamos la mano para acercarnos algo a la boca empieza el problema. A la larga el recurrir a estos alimentos reconfortantes va a hacer que te sientas peor y vas a empezar a experimentar sensaciones muy poco gratas como aletargamiento, cansancio, problemas de peso y sentimientos de culpabilidad.
La comida no va a hacer desaparecer
esas situaciones que te producen estrés, irritabilidad, tristeza, frustración,
aburrimiento o agotamiento mental. Comer estos alimentos te "anestesia
emocionalmente" y te ayuda a sentirte mejor por unos instantes, pero tu
estado mental no va a cambiar, lo único que conseguirás es engordar.
Cuando utilizas la comida como recurso
emocional, te ves atrapado en un círculo vicioso y se te hará imposible
conseguir perder peso a no ser que rompas el hábito y hagas un nuevo patrón de
vida, y en este caso, más saludable.
Cuando estés a punto de comer, detente y pregúntate si en realidad tienes hambre. ¿Si comes una manzana estás bien o necesitas algo dulce? Si necesitas algo dulce probablemente lo que intentas es evadirte de la realidad, si tienes hambre una manzana te saciaría más ya que contiene más micronutrientes que es lo que tus células necesitan en realidad.
Piensa en lo que sientes en ese momento ¿Estás
aburrido? ¿Te sientes solo? ¿Estás enfadado? Te ayudará anotar los sentimientos
y emociones que sientes en ese momento para averiguar qué es lo que te empuja a
comerte casi todo el helado que tienes en casa.
No siempre es fácil controlar los
sentimientos y emociones que te empujan a comer. Si estás estresado prueba a ir
a correr o hacer algo de deporte; si no te gusta puedes simplemente salir a
caminar, relajarte y disfrutar del paseo. Si estás ansioso prueba con algo de
música calmante, date un baño o un masaje, medita unos minutos. No reprimas lo
que sientes, habla con alguien, hablar sobre tu problema o lo que te preocupa
es un paso muy importante que te ayudará a librarte de toda esa carga excesiva.
Trata de esperar 10 minutos antes
de comer, sal a dar un paseo, escucha música, ve un programa de televisión que te guste, lee un libro. Cada día
que consigas evitar comer por ansiedad es un gran éxito, entonces al día
siguiente añade 5 minutos más a las actividades que te hayan ayudado a mantenerte
con más serenidad, con eso conseguirás controlar tu dependencia por la comida.
Hazlo lo mejor que puedas. No pasa
nada si un día no lo consigues, no te presiones en exceso, simplemente tienes
que dar un paso a la vez y podrás ir alcanzando tus metas.
¡Mucho ánimo! Puedes conseguirlo y así
eliminar de tu vida toda dependencia.
Si quieres profundizar en el tema,
consúltanos. En tu camino hacia el éxito, déjate acompañar por Sombra, Personal
Coaching.
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