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jueves, 16 de octubre de 2014

Y tú ¿hablas pagano?, por Claudia López Vargas




Angelito de mi guarda
Mi dulce compañía
No me desampares
Ni de noche ni de día

Tengo un profundo respeto a la religión Católica, nací en su seno y provengo de familias practicantes.  Como es lógico de suponer, fui criada en esta fe y, como lo dictaban “las buenas costumbres” del momento, crecí espiritualmente en lo que mis padres consideraron el mejor catecismo, el de más tradición y en el que me “rozaría” con la gente adecuada y de nuestra misma condición.

Así, sin más trámite, fui enviada a la Parroquia Alemana, a Santo Tomás Moro.  Los años y la vida me enseñarían que mis padres tuvieron razón, aunque por otros motivos, sí fue una gran elección y fue el mejor lugar que pudo haber para mí.

La instrucción religiosa que recibí en este hermoso recinto fue siempre a través del conocimiento, de la razón y de muy variadas lecturas. Si bien era importante el “dogma”, lo más importante era el cultivo cultural que hicieron en cada uno de los que asistíamos a nuestras clases semanales.  Puedo afirmar que fuimos neuronas muy bien tratadas, emociones cuidadas, intelectos cultivados e individuos incitados a pensar y discernir en todo momento.

Me involucré en una vida “religiosa” activa, desde muy joven me convertí en catequista y a los 18 años era la guía del grupo juvenil.  Tuve que pasar por una serie de estudios muy serios, de cursos, seminarios, actualizaciones y conferencias.  Conforme pasaba el tiempo y me preparaba más me iba dando cuenta de lo mucho que quería llegar a saber y que la gran mayoría de las personas (religiosas o laicas) que me rodeaban eran sumamente agresivas con cualquier otro que practicara un credo diferente.

A los dos años de haber entrado a la universidad, mis horarios se volvieron totalmente locos y ya no tuve tiempo de seguir adelante con el grupo juvenil.  Me plantee nuevas metas para mi desarrollo espiritual y armada con la fuerza y el vigor que da la juventud empecé a hacer estudios más profundos en teología, biblia y temas afines.

No me había dado cuenta que todas aquellas semillas de conocimiento que se sembraron en mí desde pequeña ya habían dado vida y estaban muy próximas a dar frutos.  Una cosa me fue llevando a otra, sabía que desde mi nacimiento era “diferente” a la mayoría de las personas, podía sentir cosas que los demás no, tenía una necesidad infinita de saber y el libro que siempre consideré como la guía de muchas cosas no estaba preparado para responder.

Había llegado el momento de redefinirme, de introspectar y de decidir de manera consciente el camino que se convertiría en la gran búsqueda de mi vida. La primera pregunta que surgió en mí fue si en realidad era Católica por gusto, por convicción, por comodidad o por herencia familiar. La respuesta no se hizo esperar y fue el día en que empezó el gran peregrinaje, la gran aventura del conocimiento y que al día de hoy sigue su curso como río salvaje.

Primero tuve que entender que la palabra “religión” en ocasiones se usa como sinónimo de “religión organizada” u “organización religiosa”, es decir, instituciones que respaldan el ejercicio o la actividad de ciertas creencias y ceremonias, frecuentemente bajo la forma de entidades legales, alejándose de su etimología proveniente del latín religare o re-legere, lo que une o re-liga.

Filosóficamente, la religión puede ser un estilo de vida, un camino hacia la plenitud que inicia desde el mismo instante que se cobra conciencia de la misma.
También se utiliza para referirse a una obligación de conciencia que exhorta y anima al cumplimiento de un deber.

La religión es una actividad humana que suele abarcar creencias y prácticas sobre cuestiones de tipo existencial, moral y sobrenatural. Hay religiones que están organizadas de formas más o menos precisas, mientras que otras carecen de estructura formal, pero es un hecho indiscutible que, en todo caso, organizadas o no,  están integradas a las tradiciones de la región en la que se desarrollan.

Antes de ser usado con un sentido relacionado a las divinidades, el término “religión” o “religioso” era utilizado para expresar un temor o un escrúpulo supersticioso. Y se desprenden dos grandes corrientes de pensamiento que siguen en boga hasta nuestros días.

La primera interpretación relacionada con el culto es la de  Cicerón que, en su obra “De natura deorum”, ofrece la siguiente etimología: “Quienes se interesan en todas las cosas relacionadas con el culto, las retoman atentamente y como que las releen, son llamados ‘religiosos’ a partir de la relectura”. Esta etimología —filológicamente más correcta— subraya la fidelidad a los deberes que la persona religiosa contrae con la divinidad y por tanto está más relacionada con la justicia.

La otra etimología, propuesta por Lactancio, hace derivar la palabra ‘religión’ del verbo latino religare: “Obligados por un vínculo de piedad a Dios estamos ‘religados’, de donde el mismo término ‘religión’ tiene su origen, no —como fue propuesto por Cicerón— a partir de ‘releyendo’”. Este segundo sentido resalta la relación de dependencia que “religa” al hombre con las entidades superiores de las cuales él se puede llegar a sentir dependiente y que le lleva a ofrecerle tributo y sacrificio en actos de culto.

En “Las formas elementales de la vida religiosa” (1912) podemos encontrar la conocida definición de religión del sociólogo francés Durkheim: “Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas. […] Toda sociedad posee todo lo necesario para suscitar en sus miembros la sensación de lo divino, simplemente a través del poder que ella ejerce sobre ellos”.
Para 1941 en su ensayo “Del imperio romano”, José Ortega y Gasset escribe “Cuando el hombre cree en algo, cuando algo le es incuestionable realidad, se hace religioso de ello. Religio no viene, como suele decirse, de religare, de estar atado el hombre a Dios. Como tantas veces, es el adjetivo quien nos conserva la significación original del sustantivo, y religiosus quería decir ‘escrupuloso’; por tanto, el que no se comporta a la ligera, sino cuidadosamente. Lo contrario de religión es negligencia, descuido, desentenderse, abandonarse. Frente a relego está nec-lego; religente (religiosus) se opone a negligente”.

Así, se puede pensar que la religión es la configuración u organización de la existencia a partir de dimensiones profundas de la experiencia humana que relacionan al hombre con algo que se le presenta como último y trascendente. Estas dimensiones varían de acuerdo con las circunstancias y culturas a las cuales pertenece el individuo. Estas religiones pueden ser reveladas o no reveladas.

Entonces, si religión es aquello a lo que presto atención, aquello a lo que me enfoco con más pasión, aquello en lo que puedo ser escrupulosa y disciplinada, eso que crea una obligación divina de releer y entender, entonces mi interés por conocer más formas de pensamiento se incrementó.  Este simple descubrimiento me llevó a pensar que la vida es como un inmenso rompecabezas y que todo lo que podamos aprender, saber, investigar, vivir, intuir, es tan solo una pieza más.  No importa cuántas logremos juntar o poner en su lugar, siempre serán demasiado pocas para entender la vida, el pensamiento y el conocimiento, y el panorama se vuelve más árido si quiero empezar a tocar un poco de la sombra de la divinidad.

Tuve entonces que entender otras palabras que ahora me lanzaban mis familiares y amigos con más furia a la cara: fe, dogma, ateísmo y paganismo.  Siempre pensé que entendía los significados de cada una de ellas, qué equivocada estaba; los empecé a entender cuando se convirtieron en armas filosas y llenas de ponzoña que las personas con posturas religiosas extremas y poco informadas las usan para defender “su creencia” tratando de intimidar y destruir a todo aquel que no piense, viva o profese lo mismo que ellos. Y fue cuando entendí que son, precisamente estas personas, tus vecinos, tu familia, tus amigos, la gente común, los verdaderos sicarios y no precisamente de Dios.

Así, la fe que siempre había creído se sustentaba en la razón y que eran, fe y razón, diferentes pero no por eso contrarias, se convirtieron en los dos grandes rivales y en los escudos de posturas irreflexivas y separatistas. Siempre pensé que la fe era la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrina o enseñanza de una religión.  No, las personas me demostraron que en la práctica diaria la fe es una creencia sin evidencia y eso se traduce en un proceso activo de no pensar.

De acuerdo a Bertrand Russell, "No hablamos de la fe de que dos y dos son cuatro o de que la tierra es redonda. Solo hablamos de la fe cuando queremos sustituir la evidencia por la emoción". Mientras que los cristianos, judíos, mahometanos, y muchos más sostienen que su fe es buena, única y verdadera, y que el resto de las fes hacen daño y adoran a falsos dioses, Russell declaró a toda fe dañina. En “¿Puede la fe resolver nuestros problemas?” (1954) argumentó que este proceso es una fuente de violencia, guerra y destrucción ya que pueblos distintos sustituyen la evidencia por emociones distintas. Russell denunció que, debido a que ninguna de ellas puede defenderse racionalmente, el proselitismo con niños pequeños y, si es necesaria la guerra, son consecuencias inevitables al albergar fuertemente cualquier fe.

Entonces, razona Paul Boghossian, filósofo armenio, que la fe es una afirmación de conocimiento sin evidencia que la justifique, por lo que propone la siguiente definición como la mejor descripción de fe en su uso real: "Fingir saber algo que no sabes".

Y en este saber sin saber, se han cometido las peores atrocidades y genocidios en nombre de la fe y de Dios, no sé cuál dios, que está sediento de sangre, venganza y odio profundo por el ser humano, que dicho sea de paso, es su propia creación.

Si el tema de la fe es en sí mismo ríspido, entrar a la definición de dogma se convierte en un gran desafío ya que se le puede definir como el fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión. Es un principio o conjunto de ellos establecidos por una autoridad como una verdad incuestionable; sirve como parte de las bases fundamentales de una ideología o sistema de creencias y que no puede alterarse o descartarse sin afectar a todo el paradigma del sistema o la ideología en sí. El término puede referirse a opiniones aceptadas por filósofos o escuelas filosóficas, decretos públicos, religión o decisiones promulgadas por autoridades políticas.

Entonces el dogma es la palabra misma de Dios que no puede ser interpretada, cambiada, evolucionada, reescrita. Muchos tienen la idea del “dedo flamígero de dios” escribiendo de forma indeleble, no sólo en piedra, sino en los destinos de los hombres y de la historia toda de la humanidad.

Cuando nos damos tiempo de estudiar un poco más a fondo cualquier libro sagrado, (que por cierto cada religión, filosofía o creencia tiene el suyo), nos damos cuenta que además de una serie de reglas o valores para la convivencia diaria en sociedad, podemos ver el uso y costumbre de la época en que fue escrito, que hay estilo literario, que corresponde a su época y que la pluma la manejó un simple mortal,  a veces, dicen, en estado alterado de conciencia recibió el dictado de Dios y lo único que hizo fue transcribir.

Dogmas, creencias más allá de la razón, de lo comprobable; instrumentos de control y de enajenación, de atraso en el pensamiento y euforia en la pasión del juicio condenatorio a todo aquél que piense diferente.  En otras palabras, los dogmas son un conjunto fundamental de creencias que definen determinada religión, y la distinguen de otras religiones. Por tanto, los dogmas no son ideas sujetas al cambio ni al consenso, simplemente lo deben de creer por absurdo que parezca.
Al calor de esta búsqueda para tratar de siquiera vislumbrar alguna respuesta, he sido llamada de mil formas, me han gritado que no tengo fe, que de acuerdo al dogma, me condenaré al infierno y que mi alma arderá por toda la eternidad, claro, mis culpas no han sido tan graves ya que nadie me ha dado la pena de ser masticada por Satán, como Judas que ya lleva dos mil años en esa muy incómoda postura.

Cuando me empezaron a llamar, de manera peyorativa, atea me hicieron un gran favor ya que mi mente dio un vuelco y mi búsqueda abrió un nuevo camino de investigación. Me di cuenta de que era segregada y temida ya que nunca rechacé a Dios, ni a ningún dios que la gente adorara, eso lo respeto profundamente, sino que estuve en contra de la idea de dios que tienen muchos que en su afán de no pensar, hacen de él el Gran Inquisidor de sus propias pasiones, taras y minusvalías emocionales e intelectuales.  De inmediato se abrieron los avernos, las llamas salieron como grandes lenguas listas a lamer las culpas y los demonios hicieron aquelarres a mi alrededor… ¿En serio? ‘come on!’ Nadie se dio el tiempo de saber o escuchar que sí creo firmemente en Dios, no en el suyo, no me pueden encasillar en una religión ya que no profeso ninguna, no acepto ni juro dogmas ajenos y sin embargo respeto toda vida y toda forma de pensamiento.

De pronto surgieron espontáneos tratando de rematar esta situación condenatoria y me llamaron pagana, sí, me interrelacionaron con las más antiguas creencias de la humanidad, con la naturaleza, con la fuerza de la energía, con el amor divino, con la interacción con los seres de luz y con las fuerzas místicas. Sólo con llamarme de esta manera me alejaron de la idolatría y me pararon con fuerza en el respeto más absoluto a todo lo que me rodeaba, ¿y creían que me insultaban? Que Dios, mi dios y mi idea de Él los bendiga por toda la eternidad. Cimentaron con fuerza la realidad que vivo el día de hoy.

Este evento me hizo voltear la mirada hacia los ancestros, su sabiduría, hacia todos los tiempos, a entender que si soy capaz de verme reflejada en los ojos de todo ser vivo, entonces estoy empezando a tocar esa orilla de la sombra de la divinidad.  Me llevaron al nirvana más extático al darme cuenta de que todos somos dios, ya que todos estamos hechos de lo mismo y que somos co-creadores en responsabilidad plena de nuestra creación.  Me ayudaron a entender que la humildad es uno de los “dogmas” más poderosos y que estamos hechos de lo mismo que están hechas las estrellas.  Somos Seres de Luz, Guerreros incansables, buscadores de evolución, caminantes de las estrellas.

Todo esto y más es el paganismo, es la integración de la conciencia universal, la evolución como especie y como individuo.  Y tuve que aprender un nuevo idioma, que estaba ahí, en el fondo de mi alma, en la parte más primigenia de mi sistema límbico.  Al principio se tartamudea mucho, poco a poco se va uno soltando y con la práctica se van dominando palabras y conceptos. 

En ocasiones es importante distinguir entre “religión” y “postura religiosa”. Siendo la religión un sistema de creencias, preceptos, prácticas y rituales, una postura religiosa es la forma como un individuo se identifica frente a una o varias religiones. Y, de preferencia, debemos de encontrar dos lados en este conocimiento religioso, el lado exotérico que es un conocimiento público, inteligible y accesible y el lado esotérico que es aquella parte secreta o discreta, críptica que se accede a través de la introspección, del conocimiento y de la evolución llegando así al sincretismo respetuoso de todo lo que nos rodea.

Me declaro en un camino fascinante, sigo aprendiendo a recordar, cada día soy más feliz con lo que soy, “diferente”, bruja, maga, hechicera y pagana.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que investigación tan amplia, bienvenida al Aquelarre ��