La inteligencia lógico-matemática incluye el reconocimiento de patrones abstractos, razonamiento inductivo y deductivo, habilidad para encontrar relaciones, ejecutar cálculos complejos y llevar a cabo un razonamiento científico. Este tipo de inteligencia se utiliza en situaciones que requieran solucionar problemas numéricos, así como situaciones que demanden reconocimiento de relaciones abstractas.
Ciertas áreas cerebrales se activan durante la solución de problemas lógico-matemáticos. La habilidad para leer y reproducir signos matemáticos, así como la capacidad de comprender conceptos numéricos se relacionan con la actividad del hemisferio izquierdo. Durante la planeación de soluciones a los problemas numéricos se activan considerablemente los lóbulos parietales y frontales del cerebro. Las áreas frontales son necesarias para la comprensión de relaciones abstractas y para la organización de estrategias numéricas.
Esta forma de inteligencia se refuerza por medio de la utilización de patrones variados de pensamiento (predicción, razonamientos inductivo y deductivo), el trabajar con lenguajes simbólicos, la solución de problemas complejos y el aprendizaje de patrones numéricos. En el niño, la inteligencia lógico-numérica se desarrolla por medio de la manipulación de objetos; el reconocimiento de abstracción simple, números y patrones; y las estrategias de pensamiento causa-efecto. Su desarrollo posterior se logra por medio de la ejecución de las operaciones aritméticas básicas (suma, resta, multiplicación, división), la solución de problemas numéricos, la comprensión de procesos matemáticos, el desarrollo de pensamiento crítico y las abstracciones complejas (símbolos matemáticos). Existen habilidades matemáticas de un orden superior que incluyen el álgebra, la geometría, la trigonometría y la física.
Las actividades profesionales más apropiadas para personas con una alta inteligencia lógico-matemática incluyen la investigación científica, las finanzas, la contaduría, la programación de computadoras y la ingeniería.
Un excelente ejemplo de un gran científico con una alta inteligencia lógico-matemática es el físico alemán Albert Einstein. Él modificó en su momento los conceptos establecidos sobre el tiempo, el espacio y la luz, y creó toda una nueva interpretación del mundo físico y del Universo.
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